Mientras haya mente…
Mientras haya mente…
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Si entendemos mente, como la capacidad de absorber información, asociar e interrelacionar información, y transformar la información, en nueva información.
Independientemente del potencial de los sentidos como sensibilidad de experiencia, y todos los automatismos genéticos funcionales.
Entonces la mente como memoria, siempre puede estar aquí para favorecer, o desfavorecer la experiencia, y su interrelación constante con el cuerpo, dando la posibilidad a experimentar cualquier tipo de emoción.
La memoria
Por un lado, funcionalmente la memoria es muy necesaria positivamente, integrándose muchas veces como funcionalidad espontanea en la experiencia. Por otro lado puede ser el fastidio del ego erróneo y negativo.
Predispuesto a provocar emociones de intranquilidad o insatisfacción, y proyecciones de orgullo, vanidad y prepotencia que reafirman la insatisfacción.
No fiarse del todo de la mente es muy conveniente, pues el “asentar catedra” de un yo que es, y nuca hará o experimentara tal o cual cosa, es un “error” que provoca la mente como identificación.
La única afirmación posible es ahora, y si en el ahora aparece lo que aparece, es lo que es esa apariencia, una aparición.
Evidencia de saber Ser
Vivir la aparición como un aparecer, e integrarla en la instantaneidad omniabarcante de Ser. Sin procesos mentales de huidas, ataques y dudas acomplejantes, es mentalmente saber Ser y estar.
La irrefutable evidencia de saber Ser, e integrarla realmente en el saber estar, es el auténtico y total amor de Ser, estando.
Lo que tenga que aparecer será, pero Ser, esencialmente Es. Todo está en Es, siendo como aparecer Ser.